La dimensión
estética en el niño juega un papel fundamental ya que brinda la posibilidad de
construir la capacidad profundamente humana de sentir, conmoverse, expresar,
valorar y transformar las percepciones con respecto a sí mismo y al entorno,
desplegando todas sus posibilidades de acción. El niño, en esa permanente
interacción consigo mismo, con sus pares y con los adultos, especialmente con
sus compañeros, el docente y padres de familia, manifiesta sus sensaciones,
sentimientos y emociones, desarrolla la imaginación y el gusto estético
garantizando climas de confianza y respeto, donde los lenguajes artísticos se
expresan y juegan un papel fundamental al transformar lo contemplado en
metáforas y representaciones armónicas de acuerdo con las significaciones
propias de su entorno natural, social y cultural.
La sensibilidad
en la dimensión estética, se ubica en el campo de las actitudes, la
autoexpresión, el placer y la creatividad que encierra un compromiso, entrega,
gratuidad y no obligatoriedad. Hay una estrecha relación entre la sensibilidad
y la evolución de la construcción de la autoconciencia, hablar de la
sensibilidad es hablar de respuesta pronta ante lo nuevo, de la delicadeza y
sutileza, de ofrecer posibilidades de expresión, sentimiento y valoración que
permitan al niño su desarrollo en esta dimensión para ser capaz de amarse a sí
mismo y amar a los demás, favoreciendo de esta manera el desarrollo de
actitudes de pertenencia, autorregulación, confianza, singularidad, eficiencia
y satisfacción al lograr lo que a sí mismo se ha propuesto.
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